César Aquino Maximiliano

Software Developer | Bombero Voluntario | Tech Instructor

Mi primera cita fue a los 14

Publicado el por César Aquino Maximiliano en la categoría

Tenía 14 años, recién iba a entrar a 4to de secundaria y me gustaba una chica mayor, tenía 19 años creo. No sé si el gusto era mutuo, pero siempre nos tomábamos una gaseosa con bizcocho — pagado por ella claro — en una bodega por mi casa. Era de todos los días, conversar y reír tomando nuestra “gordita”. hasta ahora paso por esa tienda y recuerdo las conversaciones.

Un día cansados de tanta gaseosa acordamos ir al cine, pero esta vez me ofrecí a pagar yo. No podía dejar que ella siga pagando, no se veía bien. Me puse nervioso al principio, la última mujer con la que había ido al cine era con mi tía, pero era el tiempo de los hombres y debía conseguir la plata. Entonces fui a pedirle propina a mi padre, y como el destino siempre es bueno, mi papá no tenía para darme los S/.15. Sentía que el mundo se me venía abajo, en unas 6 horas tendría mi primera cita y no tenía los S/.15 que — según mis cálculos — era lo que necesitaba para pagar las entradas y el pasaje.

Por suerte mi papá es técnico y de vez en cuando arregla licuadoras y le sobra el cobre que viene en los motores. Días antes intenté sacar el cobre de dos motores pero al estar demasiado duro lo dejé, pero en ese momento era mi única opción. Saqué los motores y me puse manos a la obra. Fue una hora y media de arduo trabajo pero logré sacarlo . Fui al chatarrero de inmediato y lo máximo que pude sacar fueron S/. 12. Bueno, ella pagaría su pasaje.

7pm en punto estaba parado en la puerta de su casa, bien arreglado y oliendo al perfume que le había pedido prestado a un tío. Salió una señora a recibirme y me dijo que no se encontraba. Busqué un teléfono público para llamarla (ahora me quedaba S/.11 porque ya había gastado S/.0.5 en la combi). Me contestó y me dijo que no podía ir al cine porque tenía un problema, pero que igual le espere porque estaba cerca. Mientras la esperaba pensaba una solución, mi esfuerzo no podía ser en vano. Ese cobre realmente estaba bien pegado al motor.

Ya cuando llegó quedamos en ir al chifa que está cerca a su casa y pedí dos porciones de arroz chaufa (cada uno valía S/.5). La pasamos bien, yo lo pasé aun más. Estaba cenando con la chica que me gustaba y el que estaba pagando era yo; y lo mejor de todo, es que la plata me la había ganado con mi esfuerzo. Ese día, a los 14 años, sentí que ya estaba creciendo.

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