Ibamos a salir juntos por primera vez. Esto ya que un día antes me había fallado, o bueno, eso parecía. No era su culpa me decía, fingí creer e hice como si nada pasara. En tres semanas de seguro la conoceré mejor y sabré que de verdad no era su culpa, pero ese día aun me faltaba mucho por saber.
La recogí. Estaba parada junto a su amiga, veo que le dice algo y la amiga me mira. Estaba linda, con esa cola en el cabello que me hacía recordarla a como cuando la vi por primera vez. Quién iba a pensar que siete años después esos dos amigos que no pasaban del hola estarían saliendo a… ¿una cita?. Dejé de pensar y le abrí la puerta del auto. Le presenté a mi amigo y fuimos a comprar algo antes de cenar.
Ya en el restaurante nos pedimos una lasagna y una ensalada. Decir que estas a dieta es una buena excusa para hacerla reir y a mi me gustaba su sonrisa. Una cerveza negra que era el ícono de nuestra amistad nos acompañaba. Ya podía compartir una cerveza con ella porque ya era mayor… porque ya era mayor César.
Unos selfies, publicaciones en whatsapp y el segundo tomo de mi historia personal hicieron de esa cena una muy amena. Nos fuimos no sin antes reir del mesero que parecía era su primer día. Pobre chico.
Ella compra un agua mineral para el camino y como estaba algo apurado decido ir en taxi. Muy aparte que en un bus no podría seguir tranquilamente con el tomo 2 de mi historia.
Ya por llegar estaba seguro de tres cosas:
- Debía terminar algo que nunca había empezado.
- No debo volver a pedir ensalada cuando esté con mucha hambre.
- Cuando creí que ya era imposible, me estaba volviendo a enamorar.
Habia que guardar un recuerdo de esa noche y un beso no sería algo que yo pueda hacer aun. Asi que lo único que tuve a la mano fue la chapa del agua mineral con código «ic976» y que ella aún tiene guardado.